EL SAGRADO CORAZON EN EL ARTE CRISTIANO (espagnol)

Si bien no es el corazón desde un punto de vista arqueológico un símbolo eucarístico, sin embargo es muy interesante hablar del corazón en las primeras representaciones simbólicas de las lámparas cristianas en África del norte. Podemos conjeturar con muchas razones a favor, que varios fragmentos de lámparas cristianas encontradas en Cartago con el corazón como sujeto principal son unas de las primeras representaciones, en los inicios del cristianismo, del Sagrado Corazón de Jesús[1].

Hablar de una devoción o representación del Sagrado Corazón desde temprana edad sonaba extraño. Muchos fieles, de hecho, a inicios del siglo XX, consideraban la devoción al Sagrado Corazón una nueva devoción, extraña y por lo tanto se escandalizaban. El jueves 16 de octubre de 1919, octava de la fiesta de San Denis, día del aniversario de la aparición de San Miguel y vigilia de la fiesta de Santa Margarita María, en Montmartre en Francia, tenía lugar, la consagración solemne de la espléndida basílica dedicada en honor del Sagrado Corazón. Durante la ceremonia presidida por el legado pontificio, el Cardenal Vico, Monseñor Rumeau, obispo de Angers, en un gran discurso, hablaba del origen del culto al Sagrado Corazón, diciendo: “Oh vosotros que os escandalizáis por aquello que llamáis una nueva devoción, os suplico remontad hasta la última cena, donde San Juan inclino su cabeza sobre el Corazón de Cristo, y hasta el calvario, donde la lanza del soldado romano abrió el Corazón de la adorable víctima… Ese es el primer fundamento de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, devoción que estaba reservada hasta estos tiempos modernos para ver su completa realización”. 

Históricamente el Corazón de Cristo, no parece haber sido objeto de un culto propio hasta el siglo XIII. Uno de los primeros en hablar de su culto fue San Paulino de Nola en el siglo V. Sin embargo las páginas más hermosas dedicadas al Sagrado Corazón fueron escritas por Santa Gertrudis en el siglo XIII y por Santa Matilde en el siglo X. He aquí a modo de ejemplo algunas de las invocaciones piadosas de esas almas encendidas de amor por el Corazón de Jesús: “Te adoramos, oh Cristo, por la dulce melodía de tu Corazón… Te adoramos, oh Cristo, por la dulce armonía de tu Corazón…”. Y dirigiéndose a María, Santa Gertrudis le dice: “Oh Madre amada, yo os ofrezco el Corazón de vuestro divino Hijo lleno de toda felicidad. Os adoro y os saludo, Oh Madre de las bienaventuranzas, por el dulce Corazón de Jesús-Cristo”.

Sin embargo toda devoción tiene necesidad de signos sensibles. Hablemos de las representaciones de esta devoción. En el libro de Santa Gertrudis y su vida interior, escrito por Dom G. Dolan, se habla de la historia del Sagrado Corazón y al mismo tiempo se trata sobre las representaciones en el arte cristiano de esta devoción. En este escrito, Dolan cita como ejemplo más antiguo de representación del Corazón de Cristo, un monasterio de Cartujos hacia el 1474, donde se puede ver una figura del Corazón de Jesús tallada en los muros. Sin embargo, según una observación del P. Delattre, en 1367, un rey de Portugal, Fernando I, representaba en su escudo de armas, dos corazones, de los cuales uno figuraba el Corazón de Cristo herido y el otro figuraba su propio corazón. Los dos corazones iban acompañados por la frase “Cur non utrumque”.

Según los estudiosos, no parece que esta representación del Corazón de Jesús haya sido inventada por el rey Fernando, sino que esta representación debía tener un origen más antiguo.  

Si buscamos la palabra “corazón” en un diccionario de arqueología cristiana remontándonos a los primeros siglos, podremos constatar su ausencia o en algunos casos podremos leer que muchas veces lo que ha sido tomado como un corazón en las distintas inscripciones era solo un signo de puntuación o una simple hoja de árbol. Sin embargo no es el caso de las cerámicas y lámparas cristianas en África del norte, en especial en Túnez y Cartago.

Las lámparas cristianas de Cartago, con sus distintos motivos, nos ofrecen cientos de ejemplos de corazones ocupando un “lugar secundario” alrededor de un sujeto principal. Algunas veces rodean sujetos del Antiguo o Nuevo testamento y no solamente el cáliz o la cruz o los diversos monogramas de Cristo, sino también animales simbólicos como el pescado, el cordero, el león, el ciervo y aves emblemáticas como la paloma, el pavo, el pelicano, el ave Fénix, etc.  Ahora bien los corazones aparecen en estas lámparas, como aparecían en otras, los pescados y otros motivos en torno a sujetos principales, simbolizando los fieles que tenían que mostrarse como otros Cristos, según la expresión de San Gregorio de Nysa: “Christianus alter Christus”. En este sentido, según el principio mencionado al inicio de este libro, los corazones representan al alma cristiana, al fiel cristiano. Sin embargo podría objetarse que estos corazones son solamente decoraciones en las lámparas. No creemos que esto sea así. El lugar ocupado por los corazones acompañando un sujeto principal relacionado directamente con Cristo, parece bien revelar una intención particular en los fabricantes y fieles a los que las lámparas eran destinadas.

Sacré Coeur de Jésus -Tunisie Sacré Coeur de Jésus - Tunisie Sacré Coeur de Jésus - Tunisie

Como dijimos más arriba, los artistas cristianos de esta época, se inspiraban casi siempre de un pensamiento religioso en los motivos que usaban para decorar aun utensilios domésticos. Este tipo de documento arqueológico es poco conocido, y parece ser casi particular de Cartago y Túnez, hecho que los hace mucho más preciados e importantes.   

Ahora bien para poder demostrar que el corazón haya representado también a Cristo y por lo tanto hablar de una antigua representación del Corazón de Jesús, era necesario encontrarlo ocupando en estas lámparas el “lugar central” en la parte superior, lo que llamaríamos la plaza de honor. El P. Delattre tuvo la dicha de encontrar en sus numerosas excavaciones, en Cartago, un solo fragmento de una lámpara del siglo V en cuyo centro se encontraba justamente un gran corazón encerrando una cruz. Para él era un gran descubrimiento, ya que se trataba de un único ejemplar del corazón como sujeto central, y por lo tanto como representación explicita de Cristo. Lamentablemente no podemos ver cuáles son los motivos que rodeaban este dibujo central y que tal vez le hubiera dado también un sentido eucarístico, como lo era el pez rodeado de pequeños peces.  

Estos descubrimientos, sin embargo, nos permiten formular algunas hipótesis. Si los corazones que aparecen tan frecuentemente en las lámparas cristianas de Cartago representan los fieles en su relación con Cristo, que impediría admitir que el deseo de figurar el Corazón de Jesús se haya manifestado antes de la edad media? El P. Delattre cuenta que, leyendo el libro sobre el Reino del Corazón de Jesús, se dice que una de las maneras más antiguas de representar el Divino Corazón era justamente un corazón encerrando una cruz.

Milagro eucarístico de Lanciano[2]

Puesto que hablamos del Corazón de Cristo, quiero hablar del milagro eucarístico que toca particularmente ese Divino Corazón.

La pequeña ciudad de Lanciano se encuentra a 4 kilómetros de Pescara Bari (Italia), que bordea el Adriático. En el siglo VIII, un monje basiliano, después de haber realizado la doble consagración del pan y del vino, comenzó a dudar de la presencia real del Cuerpo y de la Sangre del Salvador en la hostia y en el cáliz. Fue entonces cuando se realizó el milagro delante de los ojos del sacerdote : la hostia se tornó un pedazo de carne viva; en el cáliz el vino consagrado en sangre viva, coagulándose en cinco piedrecitas irregulares de forma y tamaño diferentes. Esta carne y esta sangre milagrosa se han conservado, y durante el paso de los siglos, fueron realizadas diversas investigaciones eclesiásticas.

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Quisieron en la década de 1970, verificar la autenticidad del milagro, aprovechándose del adelanto de la ciencia y de los medios que se disponía. El análisis científico de aquellas reliquias, que datan de trece siglos, fue confiado a un grupo de expertos de la universidad de Siena. He aquí los resultados:

– La carne es verdaderamente carne. La sangre es verdaderamente sangre. Ambos son sangre y carne humanas. La carne y la sangre son del mismo grupo sanguíneo (AB). La carne y la sangre pertenecen a una persona VIVA.

– El diagrama de esta sangre corresponde al de una sangre humana que fue extraída de un cuerpo humano ese mismo día. La carne está constituida por un tejido muscular del corazón (miocardio). La conservación de estas reliquias dejadas en estado natural durante siglos expuestas a la acción de agentes físicos, atmosféricos y biológicos, es un fenómeno extraordinario.

– Otro detalle inexplicable: pesando las piedrecitas de sangre coaguladas, y todas de tamaño diferente, cada una de éstas tiene exactamente el mismo peso que las cinco piedrecitas juntas.  

 Alugunas consideraciones finales :

  1. La iglesia de Lanciano, donde se produjo el milagro, está dedicada a San Longinos, el soldado que traspasó el Corazón de Cristo con la lanza, en la cruz. ¿Coincidencia?
  2. La constatación científica por los expertos de que se trata de carne y sangre de una persona viva, viviente en la actualidad, pues esta sangre es la misma que hubiese sido retirada en el mismo día, de una persona viva.
  3. Por lo tanto es la misma carne viva, no carne de un cadáver, sino una carne animada y gloriosa, que recibimos en la Eucaristía, para que podamos vivir la vida de Cristo.
  4. Un hecho impresionante: la carne que está allí es carne del corazón. No es un músculo cualquiera, pero del músculo que propulsiona la sangre y, en consecuencia, la vida.

Creo entonces, que este Corazón eucarístico tiene muchas cosas para decirnos, y por eso, del mismo Corazón de Cristo podemos escuchar : “Preséntame un corazón amante y comprenderá lo que digo. Preséntame un corazón inflamado en deseos, un corazón hambriento, un corazón que, sintiéndose solo y desterrado en este mundo, esté sediento y suspire por las fuentes de la patria eterna, preséntame un tal corazón y asentirá en lo que digo. Si, por el contrario, hablo a un corazón frío, éste nada sabe, nada comprende de lo que estoy diciendo”[3].


[1] Delattre, Louis, La représentation du Cœur de Jésus dans l’art chrétien, Tunis, 1927.

[2] Tomamos los datos del sitio : http://webcatolicodejavier.org/lanciano.html

[3] San Agustín, sobre el evangelio de San Juan; 26, 4-6: CCL 36, 261-263.

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